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Cuaresma 2ª semana – Primaria

Posted by on 04/03/2012

2. Samaria (Fe)

Condiciones para el seguimiento. Los discípulos enviados a misionar
Lc. 9, 57. 10,1-11

Canción: “Lámpara es tu Palabra”, Fabiola disco Fiesta es tu Palabra

LA SALA DE ESPERA.

– ¡Pase!
– Buenos días, Doctor.
– Buenos días. Dígame, ¿qué le ocurre?
– Pues verá, llevo una temporada un poco rara. Me duele todo el cuerpo. Me duele desde la punta del dedo gordo del pie hasta el último pelo de la cabeza. Siento que me ahogo, que me falta el aire. Estoy nerviosa,  duermo mal. Tengo visiones del pasado. He perdido los colores en la visión, sólo veo en blanco y negro. Se me han paralizado las manos, los dedos. Siento frío pero no tengo fiebre. Estoy bloqueada, no puedo anticipar nada. Echo de menos el bienestar del pasado… Estoy agobiada, Doctor; tengo ganas de llorar. ¿Qué me pasa?
– Bien, confíe en Mí. No se preocupe. Es momento de pruebas. Salga a la sala de espera y aguarde a que le vayan llamando. Según vaya superando las pruebas le irán dando los resultados. Cuando tenga todos, vuelva a Mí y entre sin llamar. Cuénteme cómo se siente y verá cómo todo ha cambiado. Mientras tanto, no se agobie, sea fuerte.
– Pero Doctor, ¿y si el malestar y el dolor acaban conmigo antes de concluir todas las pruebas? No creo ser capaz de superarlo.
– ¿Confía en Mí?
– Sí, pero…
– Sin peros, ¿confía en Mí?
– (…)
– Tómese su tiempo, no hay prisa.
– Sí, confío en Usted, Doctor.
– Muy bien, pues no se preocupe. Yo estoy aquí. Si me necesita entre prueba y prueba, entre sin llamar. Hablaremos y le aliviaré.
– Gracias Doctor.
– No lo olvide. Entre sin llamar. Yo estoy aquí.

¿SUEÑOS IMPOSIBLES?

Cuando uno tiene fe en sí mismo, en lo que desea conseguir, dan igual los inconvenientes que aparezcan, los muros que se presenten, las oposiciones que se encuentren.
Cuando uno es fuerte y persiste en su sueño, lo consigue.
Cuando la debilidad llega, busca a quien te hace fuerte, recuerda por qué emprendiste esa aventura, el origen, y todos los miedos, inseguridades y temores desaparecerán.
Pide ayuda. Uno no alcanza solo sus metas. Lo hace en equipo.
La mejor forma de que los demás tengan confianza en uno es hacerles ver que quién primero confía en sí mismo ere tú.
Basado en una historia real.

La pobreza y la fe

No habrá tenido mucho. Pero lo que tenía era muy suyo. Sobre todo, porque de tanto llevarlo encima había terminado por sentir indispensables todas esas realidades: sus botas, su poncho, sus ropas, su chambergo y su facón.

¡Habían compartido tantas cosas juntos, que había terminado por encariñarse con todo eso! Más que cosas suyas, las sentía como parte de sí mismo. Como realidades de su misma historia. Al sentir consigo todas esas realidades, se sentía viviendo una historia con continuidad: historia con pasado. Y todo hombre que está en camino siente la tentación del pasado. Tentación que se concretiza en el poseer; en el no dejar.

Al llegar a la orilla de ese río, la opción le resultó dura. Esa realidad del río que atravesaba como un tajo su camino, le exigía una decisión dolorosa. No es que no quisiera atravesarlo; ¡si para eso se había puesto en camino! Lo duro no estaba en vadearlo; sino en que para vadearlo debía tomar una actitud nueva frente a todas sus cosas viejas; frente a todo lo que era suyo; frente a todo lo que se le había adherido.

Todo bicho exigido a dejar el pellejo, busca arrinconarse. Lo busca hasta el gusano que quiere ser mariposa. Para poder crecer hasta el volido, necesita aceptar el retiro del capullo. La rosa y el gusano lo hacen por instinto; al cristiano, por ser hombre, le toca decidirlo.

Al llegar a la orilla del río, nuestro hombre se acurrucó en silencio. Antes de despojarse por afuera necesitaba unificarse por dentro. Necesitaba mirar la correntada, dejar que ella le entrara por los ojos y se le fuera corazón adentro. Necesitaba que el corazón pasase primero, para poder luego seguirlo su cuerpo. En esa actitud se le fue la tarde, y la noche le cayó encima con todo su misterio. Y en esa actitud lo pilló el lucero. Fue entonces recién cuando dijo: «sí». Un sí que lo venía arreando desde lejos. El mismo sí, que lo pusiera en movimiento al comienzo.

Despacio se puso de pie, se quitó el poncho y lo tendió en el suelo. Se sacó las botas y las colocó en el centro. Luego el facón, el pañuelo, la faja y el chambergo. A cada pilcha que entregaba, el hombre se iba empobreciendo. Los grandes momentos de la vida no necesitan dramatismo. El drama es el escenario ficticio que necesitan ciertos acontecimientos cuando carecen de suficiente espesor para impactarnos por sí mismos. O cuando no han sido aceptados por la rumia y nos resultan indigestos.

Por eso el hombre, sin broma ni drama, ató las cuatro puntas del poncho que contenía todo los suyo. Lo voleó tres veces como un lazo para darle impulso y lo tiró por encima de la correntada para que fuera a caer a la otra orilla. De este modo colocaba lo suyo allí donde él mismo debía llegar. Hacía que lo suyo se le adelantara para esperarlo en la meta.

Y allí quedó él, en la orilla de acá, liberado de todo para poder vadear mejor ese río y urgido a vadearlo para poder encontrarse con todo lo suyo, que lo había precedido. Porque era un hombre que amaba profundamente lo suyo.
Nada se ha de perder
de lo que el Padre nos ha dado.

Hace más de veintitrés siglos un joven salmista, al que le pasó algo parecido, le decía al Señor en un largo poema:

Yo pongo mi esperanza en vos Señor,
que no quede frustrada mi esperanza

(Salmo 118)

Rumiando el relato

Al terminar la lectura entre todo el grupo se reconstruye el relato en forma oral (se lo vuelve a contar).
¿De qué nos habla el autor en el cuento?
¿Quién es el protagonista del relato?
¿A qué cosas le tenía mucho afecto?
¿En qué encrucijada se encuentra al tener que cruzar un río?
¿A qué cosas le tenía mucho afecto?
¿Qué proceso hace para decidir? ¿Cuál es su decisión?

Descubriendo el mensaje

El cuento nos habla de la vocación y la fe. ¡Cuántas veces para continuar el camino tenemos que hacer renuncias y arriesgar!
En tu vida, ¿te has encontrado en encrucijadas dónde hay que hacer renuncias para seguir adelante? ¿En qué situaciones?
Relee el proceso que realiza el hombre mientras toma la decisión, intenta describir ese proceso y aplicarlo a tu vida cuando tomas decisiones importantes.

¿Qué cosas deberías poner en «tu poncho» a la hora de cruzar el río? ¿De qué cosas tendrías que liberarte? ¿Qué cosas te atan demasiado?

La frase del salmo con la cual termina el cuento nos habla de la confianza en el Señor, cimiento indispensable para cualquier decisión en el camino de fe. ¿Cómo vives esto de poner toda tu esperanza en el Señor? ¿Qué situaciones de tu vida necesitas poner en las manos de Dios?

¿Qué aprendes del cuento para tu vida? ¿Cómo puedes aplicar el mensaje del cuento?

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